Casi todos hemos tenido alguna vez un esguince de tobillo, conocemos a alguien que se hace esguinces con mucha frecuencia o hemos escuchado la expresión “Tengo un esguince mal curado”. Pues hoy vamos a hablar un poco del esguince de tobillo y a hacer algunas aclaraciones al respecto.
Un esguince es una distensión del ligamento más allá de la normalidad fisiológica. El ligamento es el tejido que une un hueso a otro para mantenerlos en su sitio. Por lo tanto, cuando se produce un esguince (la mayoría de las veces por una torcedura de tobillo), este ligamento se alarga más de lo normal. Esto hace que los huesos no queden igual de unidos que antes, y por ello es más fácil que se vuelva a producir otro esguince. Cuantos más esguinces tengamos, más fácil es que se vuelva a producir otro si no se hace nada al respecto (“esguince mal curado”).
Como consecuencia de esta distensión del ligamento se produce una inflamación de la zona y un edema. Muchas veces la lesión aparenta ser más grave de lo que es debido a estos síntomas.
En el pasado, cuando había un esguince, se inmovilizaba la articulación. Sin embargo, se ha demostrado que el mejor tratamiento a aplicar es el movimiento y el ejercicio para que ese ligamento vuelva a ser fuerte y recupere su medida normal, y de esta manera, sujete de nuevo la articulación de manera correcta.
Cada esguince y cada paciente es único, por lo que, lo mejor ante estos casos, es acudir al fisioterapeuta para que sea quién guíe la recuperación.
Vamos a dar unas características generales que se aplican en la mayoría de los casos:
Recuerda que cada persona y cada lesión es diferente, por lo que un profesional sanitario cualificado sabrá qué hacer en cada caso concreto. Para un tratamiento personalizado y seguro, consulta con tu fisioterapeuta.